Cargando...

LIDERAZGO FEMENINO EN LA DEFENSA DEL PLANETA: EL ECOFEMINISMO COMO FUERZA TRANSFORMADORA



En las últimas décadas, las mujeres han pasado de estar invisibilizadas a liderar luchas clave en la defensa del medio ambiente. Desde comunidades rurales hasta organismos internacionales, su papel ha sido fundamental en la construcción de alternativas sostenibles, más justas y profundamente conectadas con la vida comunitaria.

Este protagonismo se vincula con el pensamiento ecofeminista, que relaciona la opresión de las mujeres con la explotación de la naturaleza. Autoras como Françoise d’Eaubonne, Vandana Shiva y María Mies han señalado cómo los modelos patriarcales que subordinan a las mujeres también impulsan la destrucción ambiental mediante el extractivismo, el lucro y el poder concentrado.

El ecofeminismo no romantiza a las mujeres como "más cercanas" a la naturaleza, sino que destaca su papel histórico en labores de cuidado, agricultura, salud y gestión del agua. Este conocimiento situado, muchas veces ignorado por los modelos de desarrollo tradicionales, es clave para repensar nuestras formas de habitar el planeta.

En México y América Latina, mujeres indígenas, campesinas, científicas y activistas han encabezado resistencias contra megaproyectos, defendido el agua y los bosques, y promovido modos de vida sustentables. Casos como el de Berta Cáceres en Honduras o las mujeres de Cherán, Michoacán, ilustran liderazgos que no responden a estructuras jerárquicas, sino que son colectivos, resilientes y profundamente arraigados en el territorio.

Estas mujeres enfrentan una doble violencia: por defender el medio ambiente y por romper con los roles de género tradicionales. A pesar de las amenazas, la criminalización y la discriminación, su persistencia ha tejido redes de apoyo y esperanza en todo el continente.

Una de las principales aportaciones del ecofeminismo es colocar el cuidado como eje político: cuidar del agua, de los alimentos, de los cuerpos y de los saberes. Frente al modelo de consumo y competencia, esta visión propone la interdependencia, la empatía y el respeto como pilares de una sociedad sostenible.

Las mujeres no son solo víctimas de la crisis climática —aunque la sufran de manera desproporcionada—, sino agentes clave en la transición ecológica. No basta con sumarlas a las decisiones: es necesario transformar las reglas del juego para que valores tradicionalmente femeninos como la cooperación y la resiliencia sean reconocidos y fortalecidos.

Para avanzar, se requiere eliminar barreras estructurales, proteger a las defensoras del territorio y formar nuevas generaciones en un enfoque ambiental con perspectiva de género. Su liderazgo no es complementario: es esencial para un futuro habitable.